Dejó la ciudad para montar una óptica ambulante por los pueblos

“Aquí puedo terminar la jornada laboral pronto y estar con mis hijos”, aseguró Daniel Paniagua de 38 años, quien apostó con su emprendimiento a una mejor calidad de vida.

La venta ambulante es clave para los pueblos pequeños de España que carecen de establecimientos comerciales, más aún cuando se trata de regiones como Castilla y León, con una población envejecida que en muchas ocasiones no dispone de medios propios para trasladarse a municipios más grandes para hacer la compra. Los vendedores recorren cientos de kilómetros con sus puestos de frutas, verduras, carne, pescado o droguería para abastecer a la población pero hay otros muchos productos que no llegan.

Esa falta de ciertos comercios en localidades con pocos habitantes llevó a Daniel Paniagua a crear una iniciativa algo más original: Gafasvan, “la primera óptica móvil de España”, con la que va de pueblo en pueblo graduando la vista y vendiendo gafas por la zona de Tierra de Campos,

El negocio arrancó en plena pandemia, en noviembre de 2020, y hasta ahora ha superado todas sus expectativas. “Estoy encantado, va mucho mejor de lo que esperaba. La gente apoya el emprendimiento rural, tienes su confianza solo con ofrecer el servicio, aunque obviamente si luego no tienes un buen servicio no van a volver, pero por lo general están muy dispuestos”.

Compartir más tiempo con mis hijos

“Con mi esposa tenemos dos hijos pequeños y trato de terminar la jornada laboral a las 18:30 horas para poder estar con ellos, mientras que en las ciudades eso es mucho más complicado, aunque solo sea por las distancias”, explicó.

El abuelo, la propia experiencia

La idea de crear una óptica itinerante, de hecho, surgió de su propia experiencia familiar. Su abuelo, que entonces tenía 91 años -y ahora 94, necesitaba un cambio de gafas pero no podía acudir solo a la ciudad, una situación que se repetía en muchos pueblos y que en algunos casos se agravaba porque hay personas mayores que no cuentan con familiares que les puedan echar una mano. Eso le llevó a pensar que había una oportunidad de negocio y no se equivocó.

La furgoneta de Gafasvan

Este emprendedor reparte con su furgoneta por los pueblos ciertos días a la semana y aclara que, al tratarse de un producto sanitario, no puede venderlo en una plaza como lo hacen los puestos ambulantes de comida, sino en locales con licencia sanitaria que le ceden o alquilan los ayuntamientos.

“Es lo que toca”

Algunos clientes piden cita, pero otros muchos también acuden a Gafasvan directamente para ver si se pueden graduar la vista. También hay días en los que Daniel se convierte en psicólogo, o al menos en alguien que escucha las penas y alegrías de las personas más mayores, porque “es lo que toca”. Y, de momento, la idea es seguir ampliando.

Por: María García Arenales

 

 

 

 

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