La otra cara de Ni una Menos: Un mensaje, dos marchas y la violencia de siempre

El pasado 3 de junio se generó una nueva grieta en la sociedad, en esta oportunidad no fue producto de un Boca – River, ni por peleas entre radicales y peronistas, o macristas y kirchneristas, sino que fue producida por un grupo de personas que marchó por las calles de San Luis pidiendo justicia por las victimas de femicidios y otro grupo minoritario que, escudándose bajo esa lucha, aprovechó para destruir todo a su alrededor.

La mayor parte de la movilización se dirigió pacíficamente desde el Centro Cultural José La Vía hasta la ex terminal de ómnibus, ubicada en Av. España y calle San Martín, mientras que la otra fracción llamada “Feministas Autoconvocadas por la Liberación”, expresó su reclamo por medio de la violencia. Atacaron la Municipalidad, rompieron los vidrios de la Iglesia Santo Domingo, realizaron pintadas en el Poder Judicial, y recorrieron la peatonal, donde derribaron las garitas policiales, hasta llegar ala Iglesia Catedral. Una vez en el lugar, quitaron el vallado y rompieron el candado de las rejas para ingresar y rayar las paredes. Los destrozos continuaron con un pequeño incendio dejando como resultado toda el área colmada de basura. Daños similares se registraron en la Iglesia Universal, el Sanatorio Rivadavia y en la sede de la Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina (Uocra).

¿Por qué que se permite que estos hechos lleguen hasta ese extremo cuando se sabía que podría pasar? No es la primera vez. ¿Dónde están las referentes de esos movimientos ?? Cuando se las necesita para transmitir un mensaje de tranquilidad NO APARECEN. Nadie quiere que más mujeres falten de su hogar, deseamos que nuestros gritos sean la voz de quienes no pueden hablar, pero ¿no se dan cuenta que con estas acciones lo único que consiguen es el repudio del resto de la sociedad? Es común leer en redes sociales o escuchar la frase “no me identifican” expresada por otras mujeres, quienes están en desacuerdo con estos comportamientos.

El ciudadano común que no tiene la culpa está cansado de pagar por los daños que realiza un grupo minoritario cada vez que puede; porque si bien el Obispado y el Gobierno de la Ciudad manifestaron que repararán los daños, somos todos nosotros quienes nos hacemos cargo de cada pared pintada o cada vidrio roto.

No basta con escribir unas palabras en las redes sociales lamentando el hecho, cuando ya se destruyó “media ciudad”. Las medidas hay que tomarlas con anticipación. Cualquier persona por un hecho menor se la hubieran llevado detenida por vandalismo. Es hipócrita luchar por respeto y exigir el fin de la violencia ejerciendo la misma. Por más dolorosa e indignante que sea la situación y cuánto nos desgarre el alma cada víctima de femicidio, jamás el pedir justicia será sinónimo de ser violento.

Por: Lucas Flores #SanLuisVip 

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