No siempre una sonrisa es sinónimo de felicidad

Muchas veces vamos por la vida de manera acelerada, viviendo el día a día con la intención de terminar aquello que todavía ni siquiera empezamos. En ocasiones, transitamos como si le jugáramos carrera al tiempo, donde él, ya nos sacó varios kilómetros de ventaja y nos perdemos de las cosas que suceden o hay a nuestro alrededor. No llegaste al trabajo y ya te querés ir a dormir la siesta, no terminó el lunes y en tu cabeza está la salida del viernes. Estamos con una persona y agarramos el teléfono celular para hablar con otra. ¿Tanto cuesta enfocarnos en el presente… en el acá… en el ahora? Basta con pasear por la calle un domingo en soledad, sin ninguna responsabilidad en el hombro para notar por primera vez que aquella casa tiene un balcón, o que tal otra tiene la ventana pintada de ese color tan llamativo, a pesar de caminar todos los días por ese lugar.

Y así nos sucede con las personas; estamos tan concentrados en nuestros asuntos, con nuestro sinfín de pensamientos dando vueltas por la cabeza, que nos cuesta ver más allá y pensar en el otro. Elegimos quedarnos con el famoso “estoy bien” que nos dicen cuando le preguntamos a alguien cómo está, cuando muchas veces la verdad es que detrás de esa sonrisa y de ese “estoy bien” hay una persona que está librando mil y un batallas, y quizás nadie se dio cuenta.

Esta semana un querido deportista de San Luis falleció; se trata de Mauricio Quiroga, “La Bestia”, le decían. El oriundo de Villa Mercedes, había disputado en gran nivel semanas atrás La Vuelta del Porvenir y ya se preparaba para los nuevos desafíos que vendrían en el mundo del ciclismo. Cualquiera que observara su vida, diría que lo tenía todo, pareja, hijos, una profesión y el reconocimiento del público; todo a lo que cualquier persona puede aspirar. Sin embargo, a pesar de tener una sonrisa marcada en su rostro y de hacerle honor a su apodo y dar pelea en todos los frentes, el pasado domingo disputó su última carrera.

Por “La Bestia” de San Luis y por todas “Las Bestias” que hay en el mundo, aprendamos a ser empáticos, a tomarnos el tiempo de parar el reloj y charlar realmente con alguien, sumergiéndonos en la conversación, donde podamos conocer cómo está, y estemos ahí, en ese lugar, escuchando cada palabra con atención, disfrutando de ese instante, porque, al fin y al cabo, son los momentos más enriquecedores de la vida. No siempre las cosas están en orden, no siempre la persona que sonríe es feliz. Quizás aquel que parece estar entero y se te acerca a escucharte o a darte una mano cuando las cosas no marchan bien, no es porque se sienta en plenitud, sino porque sabe lo que es estar tocando fondo y que nadie te extienda una cuerda para subir. Y aunque no siempre vamos a notar el trasfondo que hay en cada persona, con una vez que lo hagamos, quizás ayudemos a alguien de una manera que ni nos imaginamos.

Por: Lucas Flores #SanLuisVip

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