Nicolás Ojeda: Un estilo de vida libre y aventurero

Nicolás Ojeda tiene 49 años, nació en Capital Federal y actualmente vive en Pilar, aunque San Luis lo adoptó como un puntano más, ya que sus abuelos y su padre nacieron allí, y entre dos y tres veces al año visita la provincia para disfrutar de sus afectos y pasear por nuevos lugares.

Nicolás es padre de Juan Martín y de Josefina, quienes junto a su esposa Mercedes, y sus mascotas, un gato siamés llamado Poncho y una perra dóberman de nombre Coca, completan su felicidad y son los pilares fundamentales de su vida; y a pesar de que su corazón le pertenece a su familia, una parte de él está orientado a su estilo de vida libre y aventurero.

Cuando visita suelo puntano, se dirige a su campo ubicado en San Antonio, en el departamento Belgrano, y aprovecha la ocasión para pasar tiempo junto a sus seres queridos. Visita a su tío Asdrubal Ojeda, y hace lo mismo con sus primos Lucas y Lautaro, con quienes arriba de sus motos y a veces en Mountain Bike, salen a recorrer los distintos caminos y paisajes que ofrece la provincia ya que comparten lamisma pasión por las dos ruedas.

Junto a su tío, Ojeda escribió el libro “Las piedras caídas del cielo“, que se puede encontrar en Facebook,  donde relatan múltiples historias de San Luis, tanto reales como ficticias. Muchas de ellas transcurren en el noroeste de la provincia, también cerca de las Sierras de las Quijadas; en el paraje San Antonio y en los alrededores de la estancia El Altillo, donde uno de los autores nació y el otro pasó periodos de su infancia. “La obra les da vida a las leyendas de la comarca puntana”, cuentan los escritores.

Nicolás trabaja en la Argentina para la CinemaCon y viaja todos los años a la convención más importante de la industria cinematográfica que se realiza en Las Vegas, Estados Unidos, la cual reúne a personas de más de 80 países que quieren conocer las próximas novedades del mundo del entretenimiento. Además de asistir al evento, se queda algunos días para disfrutar del país. “Aprovecho cada vez que viajo para tener algunos días de vacaciones, me quedó aproximadamente una semana”, dijo.

En uno de sus recorridos a bordo de una moto Triumph T100 Bonneville 900 cc que alquiló en Las Vegas, el viajero fue hacia la costa oeste pasando por partes de California como Barstow, y también Calico, un antiguo poblado fundando en 1881, en el cual a partir de 1907 la actividad minera que se realizaba en el lugar se trasladó hacia el Death Valley dejando como resultado un pueblo fantasma. Además, atravesó por la ciudad de Bakersfield, El Paso de Robles, pasando por varias misiones españolas, y por Salinas hasta llegar a Monterrey, en donde hay un mástil con una bandera argentina y una placa en honor al corsario francés Hipólito Bouchard, que tiene la intención de recordar que California fue territorio de la Argentina por casi una semana en 1818, cuando el marino conquistó la Bahía de Monterrey y ordenó que se izara la insignia argentina por lo que perteneció a las Provincias Unidas del Río de la Plata por seis días.

En su travesía, Ojeda recorrió 1.500 millas, cerca de 2.500 kilómetros; avanzó por la autopista Pacific Coast Highway, también conocida como Ruta Estatal 1, y desde allí fue hacia el sur hasta llegar a Los Ángeles, cruzando por Santa Bárbara, San Luis Obispo, Pismo Beach, Malibú, y Santa Mónica. Finalmente fue hacia el este, más precisamente hasta Palm Springs, para visitar a su amigo y ex compañero de trabajo, Manuel de Gonzalo, quien lo llevó a conocer el Big Bear Lake, en San Bernardino, “un lugar increíble”, aseguró. Más tarde se encontraría con dos argentinos que andan en moto y viven en Los Ángeles, “junto a David y a Carlos compartimos charlas como si fuéramos amigos de toda la vida”, detalló.

Con los destinos a visitar marcados, un celular en el que consulta los mapas de las rutas, alguna que otra tarjeta de crédito y un par dólares en el bolsillo, comenzó su viaje. En cuando a vestimenta, lleva cuatro mudas de remera y de ropa interior, aunque trata de llevar prendas de vestir viejas, las cuales tira una vez que se ensucian y compra otras nuevas en supermercados como WalMart o usadas en Goodwill, donde se pueden adquirir remeras y jeans desde un dólar.

Nicolás una persona a quien le fascina recorrer sitios donde si las paredes hablarán, contarían un sinfín de historias, tales como caminos rurales, almacenes de ramos generales y hasta pulperías. Uno de los puntos que resalta de Estados Unidos es la Mother Road Route 66, aunque su corazón argentino le dice que su país natal no tiene nada que envidiarle, “de la Argentina solo me falta conocer Formosa”, manifestó, además agregó que “San Luis tiene caminos y lugares increíbles como Piedra Pintada, Cañada Honda, Balde de la Isla, las Salinas del Bebedero, las Termas de San Jerónimo, Sierras de las Quijadas, Virorco, los caminos de San Francisco a La Carolina, o de Nogolí a Río Grande”, precisó. Por otro lado, se dio el placer de conocer Uruguay, Chile, Brasil, Bolivia, Grecia, Alemania, España y México, entre otros países.

Durante sus viajes prefiere optar por no escuchar música ni usar intercomunicadores, “la cabeza se libera de pensamientos y soy uno con la moto. Hombre y máquina fundidos en una pieza. Disfruto el viento en la cara y la sensación de libertad”, expresó. Para transitar en ruta y ripio lo hace a bordo de una BMW F800GS y para caminos más extremos, de una Honda Tornado 250. Al momento de viajar, planea lo menos posible, deja que el destino y el camino lo lleve, “nunca sé dónde voy a pasar la noche, pero usualmente 9 am me subo a la moto y alrededor de 6 pm ya busco donde dormir”.

A pesar de que viaja solo, le gustaría ir en alguna oportunidad con amigos, aunque la soledad le dio sus ventajas, “me permite interactuar con la gente local, en los bares me siento en la barra y siempre termino hablando con la gente del lugar”, aseguró. En cuanto a sus próximas aventuras, el siguiente destino será Baja California, donde irá junto a su esposa en noviembre de este año. Y quizás algún día, logre cumplir su sueño de recorrer Italia en moto.

Sin importar cuántos kilómetros transite o cuántas vueltas le dé al mundo, Nicolás Ojeda siempre vuelve a su país y a su tierra del corazón para estar cerca de sus seres queridos, demostrando su calidez humana y su parte hogareña. Reflexivo y con ganas de seguir sorprendiéndose con las distintas vistas que la ruta le ofrece, siente que “hay muchas cosas lindas por descubrir a la vuelta de la esquina” así como también que “hay tantos lugares para visitar y gente maravillosa para conocer. La vida es muy corta”, concluyó.

Por: Lucas Flores #SanLuisVip 

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